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Míster, no tengo zapatillas

Si un árbol cae enmedio del bosque y nadie lo escucha ¿ha hecho ruido?


Desde que el deporte es deporte éste ha tenido un fin primigenio: entretener. Ya sea a quien lo practica o a quien lo observa. Y es ese fin último y exclusivo, es el que hay que tener siempre en mente cuando se hace algo relacionado con el deporte. Desde la perspectiva que sea: organizativa, competitiva, de márketing o de cualquier otra índole de las decenas que puede haber en este mundo que ha evolucionado y que a día de hoy significa tantas cosas.


Y si el deporte entretiene, ¿cuál es la función del deportista? Exacto. Entretener. Ese es el fin último que busca toda persona relacionada con los deportistas. Entretener. Ya sea por su nivel competitivo, por su técnica o, incluso, por su carisma. Y la gente que pone la pasta, no vive en otro mundo diferente al tuyo.


La gente que pone la pasta como las marcas buscan gente que entretenga, y normalmente, este entretenimiento tiene una fórmula muy sencilla para cuantificarlo:


Entretenimiento = lo que haces dentro de la pista + lo que haces fuera de la pista


Porque las marcas lo que buscan es impacto, repercusión. Que la gente visualice y vea qué es lo que el deportista lleva. Y cuanta más visualización, más valdrá ese deportista.


Porque cuántas veces hemos dicho "no entiendo como no puede tener ningún patrocinador con lo bueno que es" o "como es posible que ese tenga una marca". Porque no todo es deporte en esto del deporte.


La parte de "lo que haces dentro de la pista" queda clara y no hace falta explicar nada. Es en el "lo que haces fuera de la pista" donde muchos deportistas, y particularmente atletas, tienen más trabajo por hacer. ¿Pero qué trabajo?


El deportista tiene la casi obligación, diría yo, de trabajar sus perfiles sociales porque ¿de qué sirve hacer algo si nadie sabe que lo has hecho? De nada sirve hacer algo que puede entretener si ese contenido no le llega a nadie para que le entretenga y eso es lo que el deportista tiene que impedir a toda costa.


Para eso están las redes sociales, para hacer llegar ese contenido al público de forma directa. Eso es lo que haces fuera de la pista. Cómo lo vendes, cómo lo empaquetas y cómo se lo entregas a quien quiere saber de ti.


Y para esto, hay muchas formas de hacerlo y muchos canales. Podemos escribir en Twitter, subir fotos a Instagram o videos a Tik Tok. Pero lo que primero hay que tener claro es una cosa: qué se me da bien.


Porque hay deportistas que se ponen al teclado y transmiten como el que más. Sin embargo, luego subiendo fotos son un cero a la izquierda. O al revés. Así que lo primero es saber con qué estilo vas a conectar con tus seguidores. A partir de ahí, las posibilidades son infinitas.


Unas redes sociales cuidadas por parte del deportista consumen tiempo, pero ese tiempo lejos de ser un gasto, es una inversión, ya que el beneficio que un deportista puede sacar con unos perfiles cuidados, activos e interactivos puede ser infinitamente mayor.


Porque las marcas, a parte de buscar a los deportistas por su rendimiento, los buscan también por lo que son capaces de arrastrar y de vender, El deportista tiene que ser capaz de montar un decorado alrededor suyo, poner un pedestal con un foco en el centro del escenario y que cuando una marca pase por delante lo vea y diga "quiero dejar mis zapatillas ahí encima".


Y es ese "click" en la cabeza del deportista el que hay que sugerir. El hacer "click" y darse cuenta de que un deportista no es solo un deportista, es también una imagen y un escaparate.





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