No me importa el ciclismo. No lo sigo. Tampoco sé quienes son los buenos corredores. Pero en redes aparecen estos videos de tipos subidos a una bici peleándose por trazados tortuosos, llenos de barro, con giros maquiavélicos y con gente a reventar en los márgenes. Y a la que me doy cuenta, llevo dos minutos viendo el vídeo. Se llama (creo) ciclocross. Una suerte de carrera de gallos en condiciones dantescas y a años luz del ciclismo profesional de largos recorridos y puertos interminables. Aquí aquellos que no ponen un pie en el suelo en 200 km de etapa se calzan los hierros al hombro y empiezan a subir escaleras corriendo. Y claro, como no se van a poner a trabajar las glándulas salivales de los aficionados viendo retorcerse por el barro y escalar la escalinata como si se le quemara la cena a un tío que gana etapas del Tour. Es maravilloso.
Pienso en el cross. En nuestro cross. El cross donde Thierry y Rodrigue ganaron ayer. Donde sabíamos que iban a ganar. Donde sabíamos que íbamos a tener el mismo resultado que en una hipotética prueba en pista. Lo cierto, es que la distancia entre ambas... especialidades, vamos a llamarle, no es mucha. Cambiamos un terreno medio blando como el tartán por uno blando como el césped. Y le ponemos alguna cuesta y alguna curva. Cada 200 o 300 metros, no vaya a ser. El resultado es que los atletas en vez de ir a 2:50/km van a 3:00/km. Pero poco más. No hace falta especializarse en cross para correr cross. De hecho, la mayoría de pisteros se meten sin dudar a correr cross. Sin embargo, el trail mantiene una considerable distancia con la pista. Y pocos son los que se atreven a adentrarse en las adversidades del bosque. El trail, quizá sí es más una especialidad.
Me pregunto qué pensaríamos si en un cross le dijéramos a los atletas que tienen que echar pie a tierra y tuvieran que dar un par de brazadas en medio del circuito. Naturalmente, eso no va a ocurrir, pero creo que el atletismo es un fiel suscriptor del síndrome de la muñeca de cristal en cuanto a la integridad física de sus atletas se refiere.
El ciclismo ha arriesgado y evolucionado más en ese sentido. Y parece que le está saliendo bien. De hecho, le está saliendo tan bien que hasta gente que no le interesa el ciclismo se pone a ver ciclismo. Lo cierto, es que tienen un producto deportivo exquisito. Con circuitos enrevesados, incluso más enrevesados que en nuestro cross, donde la velocidad de tránsito es menor y donde la maniobravilidad es mayor. ¿Por qué algo que se puede poner a 70 u 80km/h es entretenido a la deprimente velocidad de 10km/h? Derivado de esto, sus circuitos son compactos y permiten seguir al espectador el transcurso de la carrera. Y más que seguir el transcurso de la carrera, casi formar parte de ella, llegando a estar algunos en disposición de percibir las notas olfativas del sudor de los corredor. También han trabajado mucho los planos de televisión. Descriptivos y bellos. Y zonas dedicadas exclusivamente a quienes van a verlo. Esa asociación de las marcas con el evento. Han puesto más al espectador en el centro. Y por eso pagan entrada.
¿Debe el cross especializarse y marcar distancias con la pista? ¿Puede ayudar este modelo a que nuestro deporte sea más entretenido y comercial?¿Estarían los atletas dispuestos a correr este tipo de eventos? ¿Hay que repensar los circuitos?
A algunas de esas preguntas están contestando las federaciones internacionales ,tímidamente, buscando trazados cada vez más duros y con más dificultades para los atletas. Mejorando productos. Aunque no tengo claro si la timidez es la virtud que vaya a poner la rueda en marcha.
Creo que queda mucho por investigar, por probar y por fallar en esto del campo a través. Creo que seguir este camino puede llevar a cosas interesantes, emocionantes, rentables y divertidas. Que hagan que los ciclistas se queden embobados viendo atletismo.
Fotografías de Benidorm CX y FACV.
